Teoría Reggiana. Construir la escuela desde el niño.
El proyecto educativo de Reggio Emilia, es resultado de una partición activa de muchos hombres y mujeres, y, cabe destacar, que ha sido posible gracias al compromiso de una ciudad entera.
A continuación, hablaremos de distintas experiencias sobre ideas de infancia, educación y escuela de los niños y niñas...
Según Mara Davoli, la imagen del niño y de la infancia, la escuela y la ciudad: la ciudad porque cada escuela siempre está estrechamente relacionada con el tejido social y cultural del tiempo y del lugar en dónde vive y opera.
A partir de la imagen del niño y de la infancia, es desde donde cualquier experiencia pedagógica funda su identidad, sus teorías y, sobretodo sus prácticas educativas.
Para ella, una educación participada, una idea de escuela como práctica ética y democrática es la opción que ha estado con nosotros desde el principio; una opción, sobretodo de mujeres, que luchan tanto por sus derechos como por los de los niños.
El proyecto de las escuelas de Reggio Emilia, se ha nutrido a través de referencias culturales: desde el ocio constructivismo a la teoría de la complejidad, de las neurociencias a las investigaciones en campo artístico...
Este no es un método completamente definido, sino que tiene un enfoque filosófico.
Cada sociedad, cada período histórico define la infancia, de la misma manera que cada uno de nosotros tenemos nuestra imagen de niño, ésta imagen es madurada en base a nuestras experiencias personales, aunque también es construida como patrimonio social, cultural e ideal al que hacemos referencia. Adjunto un enlace que me ha resultado muy interesante.
Psiquiatría: Las vivencias de la infancia que determinan nuestra vida adulta
En cuanto a la fuerza del niño, destacamos que radica en una gran disponibilidad de energías, recursos y potencial que son propias de esta etapa de la vida, no somos lo suficientemente conscientes de que entran a formar parte de la complejidad del mundo y nosotros deberíamos saber escucharles y respetarles por su capacidad e hacer, pensar, construir relaciones, pero sobretodo, por ser niños.
Como todos sabemos, existen varias imágenes del niño, pero hay tres que predominan respecto a todas las demás: Reggio Emilia: construir con y para los niños
Para ella, una educación participada, una idea de escuela como práctica ética y democrática es la opción que ha estado con nosotros desde el principio; una opción, sobretodo de mujeres, que luchan tanto por sus derechos como por los de los niños.
El proyecto de las escuelas de Reggio Emilia, se ha nutrido a través de referencias culturales: desde el ocio constructivismo a la teoría de la complejidad, de las neurociencias a las investigaciones en campo artístico...
Este no es un método completamente definido, sino que tiene un enfoque filosófico.
Cada sociedad, cada período histórico define la infancia, de la misma manera que cada uno de nosotros tenemos nuestra imagen de niño, ésta imagen es madurada en base a nuestras experiencias personales, aunque también es construida como patrimonio social, cultural e ideal al que hacemos referencia. Adjunto un enlace que me ha resultado muy interesante.
Psiquiatría: Las vivencias de la infancia que determinan nuestra vida adulta
En cuanto a la fuerza del niño, destacamos que radica en una gran disponibilidad de energías, recursos y potencial que son propias de esta etapa de la vida, no somos lo suficientemente conscientes de que entran a formar parte de la complejidad del mundo y nosotros deberíamos saber escucharles y respetarles por su capacidad e hacer, pensar, construir relaciones, pero sobretodo, por ser niños.
"Los niños, son los mayores investigadores porque poseen la curiosidad del investigador, una posición innata y natura a la exploración.
Es capaz de interrogarse, de formular hipotésis y busca sus propios modos de construir su mundo". Magaluzzi
Construir la escuela a partir del niño
Una escuela construida sobre la imagen tradicional del niño, sólo puede concebirse como un sistema, como un organismo viviente y como un laboratorio de gente que investiga, porque es la dimensión de grupo donde la construcción colectiva del conocimiento encuentra sus formas más ricas.
1. El niño como reproductor de conocimiento, identidad y cultura
En este caso, la imagen del niño es considerada como una vida que comienza, desde la nada. De esta manera, la educación temprana es el principio de un largo viaje; la niñez, la madurez y a la posición humana completa que es la edad adulta; de un potencial incompleto hacia un recurso humano que es económica y socialmente productivo. El niño necesita nutrirse con conocimiento, habilidades y con los valores culturales que están ya determinados, socialmente sancionados y listos para ser administrados y legitimados. La misión de la institución educativa sería la de llenar estos "envases vacíos" lo más rápido y eficientemente como sea posible.
2. El niño como un ser inocente
"Esta imagen del niño refleja la creencia en su capacidad para la autorregulación que, de manera innata, busca la virtud, la verdad y la belleza". El aprendizaje sigue siendo un proceso de transmisión y reproducción a través de la memoria. La misión de la institución educativa sería construir una forma de ambiente en la que al niño se le ofrecerá protección, continuidad y seguridad al transmitir la información que se considera apropiada.
3. El niño como un proceso de la naturaleza
En esta visión, es un proceso innato, que está determinado biológicamente y que sigue las reglas generales. Considera al niño individualmente, sin mirar el contexto, sigue una sucesión uniforme de etapas biológicas que constituyen un sendero a la completa realización o un proceso en escalera hacia la madurez. Las instituciones educativas son lugares donde este proceso sucede de modo ordenado y en donde el progreso se puede medir para poder hacer los ajustes necesarios.
Estas imágenes personifican un niño como un sujeto aislado y fijo que se puede ver y puede ser tratado por separado de las relaciones y del contexto, como un ser débil, pasivo, incapaz, dependiente y aislado.
En 1961, Bruno Ciari, colaborador de Loris Malaguzzi, expresó así la
misión: "La educación debe liberar la energía y las capacidades de la
infancia, así como promover el desarrollo armónico de los niños en todas
las áreas: la comunicativa, social, afectiva, y un pensamiento crítico y
científico".
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